Caroline Reynolds tiene un fantástico apartamento nuevo en
San Francisco, una batidora marca KitchenAid, y ningún O (y aquí no estamos
hablando de Oprah, amigos). Tiene una carrera de diseño en ascenso, una oficina
con vista a la bahía, una receta asesina de pan de calabaza, y nada de O. Tiene
a Clive (el mejor gato del mundo), amigos geniales, un grandiosos escote , y
cero O.
Añadiendo insultos a
su falta de O, desde su mudanza tiene un vecino mujeriego que pasa sus noches
azotando la cama contra la pared. Cada gemido, golpe, y -¿fue eso un maullido?-
señalan el hecho de que ella no sólo está perdiendo su sueño, ella aún sigue
sin tener, sip, lo adivinaron, nada de O.
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